Lo cierto que es que no había visto nunca a Adam Green en directo y me sorprendió sobremanera el espectáculo que se marcó sobre el escenario de Razzmatazz. La primera pregunta que uno se hacía al verlo salir al escenario con una tuerca descomunal, o al menos eso parecía, es si esa pose “rockstar” era de postín o realmente se había puesto hasta las cejas antes de salir. Para ser sincero, se acabó el concierto y continué con la duda.
Sea como fuere el espectáculo fue tremendo y muy auténtico. Las primeras canciones, con unos más que sospechosos desafinos, pusieron el miedo en el cuerpo a más de uno, pero el concierto fue de menos a más y el mejor Adam se nos reconcilió de inmediato con las primeras canciones acústicas: él sólo, su enorme voz y su portentosa tuerca. La banda que lo acompaña, aparte de no pegar para nada con su aspecto de rockstar (eran más bien recataditos y el batería tenía un punto nerd), demostraron mucha solvencia y saber estar. Repartieron algunas canciones de su nuevo disco y muchos clásicos de Adam Green. Esto en el aspecto musical, que ya digo respondió muy bien a las expectativas, pero lo más sorprendente fueron las idas de olla del personaje: varios lanzamientos al público (con paseo aéreo incluido), sucesivos desnudos, lanzamientos de botellas (por suerte no al público) y constantes comentarios en un divertidísimo y patatero español. En definitiva todo un espectáculo más allá de la música con algún que otro momento memorable. Un divertimento de un cantautor bufón que además tiene una voz increíble.
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