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Courbet y el Realismo en el MNAC



El Realismo es un movimiento pictórico que se desarrolló, principalmente en Francia, hacia mediados del siglo XIX y que propugnaba que la única fuente de inspiración para el arte es la realidad misma y que cada objeto o ser tiene su belleza particular. Pero como podemos ver en la exposición «Realismo(s). La huella de Courbet» que puede visitarse en el MNAC este fenómeno también se trasladó a Catalunya, especialmente a través de los retratos de Ramon Martí Alsina, máximo representante del realismo en nuestro país.

Frente al academicismo imperante, los realistas, con Gustave Courbet (1819-1877) a la cabeza, se centran en la observación de la naturaleza y de la realidad que les rodea. Es necesario tener en cuenta que nos encontramos en el momento inicial del nacimiento de la fotografía, ese maravilloso invento que permitía capturar la realidad en su esencia y que tanto fascinaba a estos pintores.

También tuvo mucho que ver en el desarrollo de este movimiento la recuperación de la pintura barroca, no en vano, en esta exposición podemos ver intercalados impresionantes retratos y autorretratos (totalmente realistas) de figuras de la talla de Velázquez, Murillo, Rembrandt o Ribera. En Courbet y otros representantes del realismo se ven reflejados en gran medida toda esa áurea de misterio y oscuridad que rodeaba a los retratos barrocos y sus efectos tenebristas y paletas oscuras.

Especial relevancia tiene en esta exposición los autorretratos, muestra inequívoca del realismo más puro. Observando detenidamente muchos de ellos, con sus miradas huidizas, pareciera que estabas mirando un espejo, pero siempre con esa sensación de extracorporeidad que tan bien representa el cuadro del Pere Borrell.



El mimetismo entre el Realismo francés y el catalán llegó a cotas muy destacables, tal es así al comparar La siesta de Ramon Martí Alsina y El convalesciente de Carolus Duran. Fieles reflejos de la realidad en estado puro.





El ansia por reflejar la realidad y romper con el academicismo llevó irremediablemente a la transgresión personalizada en la reproducción cruda del desnudo femenino, sin idealizaciones clásicas ni pudores de ningún tipo, el desnudo tal cual. El Realismo rompió convenciones y códigos iconográficos y técnicos dejando de lado las alegorías mitológicas para representar a la mujer real en todo su esplendor y todo su erotismo innato.



El punto algido de este aspecto transgresor lo puso el mismo Courbet en su obra El origen del mundo (1865), una pintura del sexo femenino extremadamente realista que escandalizó a la Francia cultural del momento. Esta obra solo puede verse en esta exposición en una proyección pero si que puede observarse en vivo en el Museé d’Orsay de París.


Ser capaz de traducir las costumbres, las ideas, la apariencia de mi época, de acuerdo con mi apreciación, en una palabra, hacer arte vivo, éste es mi objetivo (Gustave Courbet, 1855)

mrdomingo

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