El próximo 25 de junio se cumplirán 20 años del inicio de la Guerra de independencia de Eslovenia, un breve conflicto que abriría la caja de los truenos de la última gran sangría que viviría Europa en este doloroso siglo XX, la Guerra de los Balcanes. Como epílogo de un siglo bañado en sangre, ignominia e irracionalidad, el corazón de Europa volvía a arder apenas unos años antes de entrar en el siglo XXI. Miles de muertos, millones de desplazados, campos de concentración, genocidios, y una explosión de odio a la que nuestro mal denominado mundo civilizado no pudo o no supo hacer frente (solo hemos de recordar el vergonzoso papel de los cascos azules internacionales). Fue el triste final de un violento ciclo de guerra y destrucción en el Viejo Continente que se inició precisamente en los Balcanes en 1912 con las primeras Guerras Balcánicas, continuó en Sarajevo con el asesinato del del archiduque Francisco Fernando de Austria detonante de la Primera Guerra Mundial y tuvo su momento álgido en la Segunda Guerra Mundial.
Mi fascinación por el conflicto yugoslavo se inició el verano pasado al visitar la hermosa Croacia, en la que apenas quedan restos de la guerra que sacudió ese país hace 15 años, salvo algún pequeño monumento recordando a los muertos o algún que otro edificio ametrallado. Los croatas quieren olvidar un conflicto en el que ningún contendiente se salvó de la vergüenza de la guerra. Así que decidí investigar el tema y tuve la suerte de encontrar en YouTube un sensacional documental de la BBC que narra los hechos con gran claridad y cuenta con la participación de prácticamente todos los protagonistas del conflicto: el diplomático estadounidense Richard Holbrooke, el presidente bosnio Alija Izetbegovic, el croata Franjo Tudjman, el serbio Slobodan Milosevic, el montenegrino Momir Bulatović o los criminales de guerra Ratko Mladic y Radovan Karadžić. En él podemos ver en directo como sucedieron los principales hechos de la primera guerra verdaderamente televisada, un espeluznante Gran Hermano que nos hizo desayunar durante años con las durísimas imágenes de los frentes yugoslavos.
El conflicto en la Antigua Yugoslavia se inició a finales de los 80 con las revueltas nacionalistas de la provincia de Kosovo que fortalecieron la figura del presidente serbio Slobodan Milosevic, que aupado por el nacionalismo serbio intentó controlar a un Partido Comunista Yugoslavo ya en pleno desmoronamiento al tiempo que convertía al Ejercito Popular Yugoslavo (JNA) en una extensión de su poder.
Tras la muerte del mariscal Tito, héroe de la Segunda Guerra Mundial y líder de los países comunistas no alineados, en 1980 la realidad multiétnica de Yugoslavia se había ido resquebrajando mientras surgían con fuerza los nacionalismos en todas las regiones balcánicas. Tras el ascenso al poder del ultranacionalista Milosevic los hechos se desencadenaron y el 25 de junio de 1991 Eslovenia declaró su independencia, un día antes de lo que había anunciado, así la policía eslovena y la Defensa Territorial pudieron bloquear los cuarteles y las carreteras, lo cual limitó las escaramuzas alrededor de la nueva república. Tras tres días de enfrentamientos se firmó un acuerdo de paz, Milosevic no estaba interesado en embarcarse en un costoso conflicto en una tierra en la que apenas vivían serbios, el caso de Croacia sería diferente.
La Guerra Croata de Independencia, devino abiertamente en un choque nacionalista, entre los nacionalismos serbio y croata, personificados en Serbia por el Presidente Slobodan Milošević y en Croacia por el Presidente Franjo Tuđman. La minoría serbia de Croacia no aceptó la independecia croata de Yugoslavia y proclamó la República Serbia de Krajina. Belgrado, por su parte, mandó al Ejercito Popular Yugoslavo a enfrentarse a las recién creadas fuerzas armadas croatas. En enero de 1992 el Plan de Paz Vance-Owen determinó que la ONU tomaría el control de algunas zonas y acabó con los conflictos militares, aunque hasta 1995 no se detendrían definitivamente los ataques esporádicos de artillería sobre ciudades croatas y las incursiones ocasionales de fuerzas croatas en zonas bajo el control de la ONU.
Pero en 1992 el conflicto llegó a Bosnia-Herzegovina, un auténtico polvorín de nacionalidades y religiones en el que convivían serbios, croatas y musulmanes. Fue sin duda la etapa más sangrienta de la guerra con más de 100.000 muertos y cerca de 2 millones de desplazados. Lucharon durante tres años serbobosnios, liderados por el cruel Radovan Karadzic, los musulmanes presididos por Alija Izetbegovic y la minoría croata apoyada por el recién creado Ejército Croata. En este escenario se vivieron las mayores tragedias como la masacre de Srebrenica, el asesinato de 8.000 hombres de etnia bosnia, o el sitio de Sarajevo que se convirtió en el asedio más prolongado en la historia de la guerra moderna, duró desde el 5 de abril de 1992 al 29 de febrero de 1996.
La masacre de Srebrenica y la ofensiva final lanzada por las tropas croatas en zonas bajo control serbio tras la Operación Tormenta provocó que los bosnios perdieran zonas bajo su control, y se presionó a todos los bandos para dejar las armas y negociar un final a la Guerra de Bosnia. La guerra acabó tras la firma de los Acuerdos de Dayton el 14 de diciembre de 1995. Aún quedaría precisamente en Kosovo, donde se inició la escalada nacionalista, un conflicto más que pondría punto final a la trágica historia yugoslava, la Guerra de Kosovo de 1999 que terminó con el bombardeo de la OTAN sobre Belgrado. El último año del siglo vivía la última guerra del siglo en Europa, un triste epílogo para una triste historia.
Película recomendada: «En tierra de nadie» de Danis Tanovic.