Dentro de la larga y controvertida historia de nuestra especia hay un género humano que resalta por encima de todos por sus enigmáticas características. Es el Homo floresiensis, un diminuto habitante de la Isla de Flores (en el archipiélago de Indonesia), que tras su descubrimiento en 2003 sorprendió a la comunidad científica internacional.
El espécimen, descubierto en la cueva de Liang Bua, apenas media 1 metro de altura y tenía una capacidad craneana de tan solo 380 cm3, una microcefalia que le asimila a los chimpancés actuales o los primeros australopitecos (el paso inicial de la evolución del género homo). Debido a su diminuto tamaño, los investigadores tuvieron la brillante y marketiniana idea de denominarlo hobbit en honor a la raza fantástica que ideó J.R. Tolkien y que por entonces estaba muy en boga, cinematográficamente hablando.
Lo cierto es que la historia del Homo floresiensis parece ideada por la mente de Steven Spielberg. Al parecer, este diminuto individuo humano se alimentaba de elefantes enanos (stegodones), ratas gigantes, y enormes dragones de Komodo, en un paisaje que debía parecerse más bien a la isla del Mundo Perdido. Pero aunque pueda parecer ciencia ficción, todo tiene su explicación: el proceso de enanismo o gigantismo de la especies está asociado a lo que se denomina como especiación alopátrica, es decir, una especiación por aislamiento geográfico que determina su deriva genética. Tenemos algunos datos cercanos que lo atestiguan como por ejemplo una particular raza de conejos gigantes que habitaba la isla de Menorca hasta el Plioceno Medio, el Nauralagus rex.
Junto a este esqueleto más completo, denominado LB1, se encontraron los restos de siete individuos más de similares características e industria lítica asociada muy avanzada, del Paleolítico Superior, aunque muchos investigadores dudan que esta especie pudiera haber ideado con un cerebro tan pequeño. No obstante la datación de los restos, fijada en torno a hace 18.000 años, muestra que esta mujer fue una de las últimas representantes de esta curiosa especie que desapareció enigmáticamente hace entre 17.000 y 13.000 años. En todo caso, sorprende sobre manera la extraordinaria longevidad de la especia que abarcaría una cronología entre 95.000 y 13.000 años, y el hecho de que un espécimen arcaico pudiera haber sido contemporáneo con los Homo Sapiens modernos, desplazando así al Hombre de Neardental como nuestro último compañero evolutivo.
Según afirman la mayoría de investigadores, aunque el tema ha despertado profundas controversias, el Homo floresiensis podría haber evolucionado del Homo erectus asiático, presente en la zona en su etapa inicial y con rasgos muy parecidos a esta enigmática especie, aunque hay quien apunta también a que su diminuto tamaño se deba a alguna deformidad o problema de crecimiento o incluso que pueda ser una evolución del recientemente descubierto hombre de Dmanisi (Homo Georgicus, también de pequeña estatura).
El puzzle evolutivo de esta especie es complejo, ya que se encontraron en la isla de Flores herramientas líticas de hace 800.000 años en la línea de otros hallazgos contemporáneos del Paleolítico Inferior y con los útiles hallados junto a los Homo floresiensis. En todo caso sorprende como pudieron llegar estos primeros humanos a la isla en tan temprana fecha y superar los 9 kilómetros navegando que había hasta la isla más cercana.
Lo que si que parece más claro es cuando se extinguió esta especie. Debió ser hace unos 12.000 años como resultado de una gran erupción volcánica que aparece en los registros geológicos realizados en la isla y que también terminó con otras especies arcaicas como el stegodon enano o las ratas gigantes de Flores.
También la pseudociencia de la criptozoología ha fijado su objetivo en esta especie que asocian a las leyendas de los isleños sobre unos diminutos hombres de las cavernas, los Ebu Gogo, que según explicaron a los primeros descubridores holandeses de la isla en el siglo XVI reunirían unas características físicas muy similares a los Homo floresiensis. Algunas de estas leyendas afirman que los últimos especímenes sobrevivieron hasta el siglo XIX o que incluso pueden estar aun vivos en alguna otra isla remota de la zona.
Como señala la web del Smithsonian al respecto, son muchas las preguntas que nos quedan por responder:
¿Qué especie humana realizó las herramientas de piedra talladas hace 800.000 años en la isla?
¿Cómo lo hicieron estos primeros humanos para llegar a la isla por mar?
¿Tenían los Homo floresiensis lenguaje, hacían arte o otras formas de expresión cultural?
¿Fue realmente la erupción volcánica de hace 12.000 la que acabó con esta especie?
¿Tuvieron los Homo floresiensis contacto con los Homo Sapiens modernos, de los que fueron contemporáneos?
¿Se parece nuestro ADN al de esta especie?
Como suele pasar en estos casos el debate es acalorado entre los especialistas y sin duda será necesaria una mayor labor investigadora en estos restos, de los que de momento no ha podido extraerse todavía el ADN, así como nuevas prospecciones arqueológicas en la zona para poder desentrañar el misterio que ha supuesto la aparición del hobbit humano para la historia de nuestra evolución.
Para saber más: https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species/homo-floresiensis
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Un comentario en «Homo floresiensis, el hobbit humano»